El carácter social del ser humano hace que nos veamos influenciados por nuestros semejantes y, en consecuencia, que ajustemos nuestro comportamiento al de la gente que nos rodea. Desde parejas que bailan hasta ciudadanos que votan, existen muchos casos de sincronización en la sociedad. Pero no sólo los seres humanos, ni los seres vivos en general, coordinan su comportamiento. Las leyes de la sincronización se aplican también a la materia inerte, tal y como veremos en esta conferencia, y tienen consecuencias importantes a niveles tan distintos como las telecomunicaciones, las apps de nuestro móvil, las infecciones hospitalarias y el comportamiento de nuestro cerebro.