El trabajo de un científico en general y el de un matemático en particular es similar al de cualquier artista: hay que conocer las técnicas, encontrar la inspiración y, sobre todo, atreverse a hacer algo nuevo, algo que nadie haya hecho antes. Y buscar la belleza. Porque como decía Hardy «no hay sitio en el mundo para las matemáticas feas». ¿Pueden ser bellas las demostraciones matemáticas? ¿Quién y cómo decide qué matemáticas son bellas? Trataremos de responder a estas y otras cuestiones sobre creatividad y belleza, aunque advertimos que, sobre belleza y creatividad matemáticas, como pasa con los colores, no hay teoremas. Bueno, sobre colores sí que los hay.